Ayer te vi sentada frete al mar,
Me acerque lentamente,
Me senté a tu lado,
Los pensamientos oscuros nublaban su mente,
En ella ya no había poesía, no había sentido,
Solo un triste beso de despedida le adornaba.

Pronuncié algunas palabras,
Pero su mirada seguía perdida en el mar,
Al parecer jugaba con las sirenas,
Quizás pensaba si ellas podrían correr la misma suerte.

Lo intenté de nuevo una y otra vez,
Pero mis palabras no le penetraban,
Era como recubierta por una capa protectora,
Por una coraza o un blindaje.

Y yo me preguntaba la magnitud de aquel triste beso,
Que rompió todos sus versos,
Que desgarro por completo su ser,
Aquel beso que fundió su existencia
Y la convirtió en mármol frío,
Y la convirtió en un ser inerte en la vida.

De ninguna manera existían palabras para hacerla reaccionar,
La observé por largo rato,
Y su mirada seguía envuelta en las olas,
Aquel beso había borrado todos sus hermosos versos,
Y no existía voz que pudiera sacarla de eso.

Pero una ágil decisión se apoderó de mí,
Y como briza que acaricia las olas,
Le fui tomando suavemente su mano derecha,
El calor que sintió en el momento
Le hizo reaccionar y yo me puse contento.

Me miró a los ojos
Con sus luceros de miel,
Y un profundo respiro le regresó a la vida,
Me abrazó y la abracé,
Me basó y la besé,
Y en esta parte, la más hermosa,
Desperté.